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La lluvia tamborilea sobre el tejado. Escuchas con atención. La casa en penumbra, y tú sola. No estás acostumbrada al silencio. Miras la silla donde se reclinaba tu abuela. La nostalgia te empuja hasta el piano. Acaricias la tapa, y un trueno te ordena: «Ábrelo». Obedeces. Tus dedos se posan sobre el marfil. Juntas los párpados. Suspiras. Tocas «Claro de luna». Te estancas en el primer movimiento; impartes un ritmo licencioso, y te apasionas, y la lluvia tamborilea sobre el tejado.
Pero te detienes: «¿Qué es ese ruido?». Volteas. Y ves la silla de la abuela, separada por un sendero de relámpagos, al otro extremo de la habitación. La silla, la silla se mece como antaño.
#9
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